Artículo escrito por Niroza
Yo no lo entiendo, en algo mi mente queda bloqueada cuando observo las fotos y escenas de La Tomatina de Buñol, intento buscar explicaciones antropológicas pero no veo más que degradación, y por más que le doy vueltas a que un acontecimiento mundialmente celebrado algo debe tener de valorable mas allá de un primario instinto de dar rienda suelta a los deseos de fiesta, por más dudas que me genere que lo que yo observo se contrapone al beneplácito generalizado que esta fiesta provoca, para mí es una aberración.
Decenas de miles de personas en el siglo XXI, en un pueblo de un país que se supone culto y desarrollado, dedicándose durante horas a arrojarse tomates unas a otras desde que en 1945 unos jóvenes iniciaran casualmente la costumbre, por muy divertido que pueda parecer choca contra mi intelecto y sentido de la estética, pero hasta aquí prácticamente nada que decir, es feo, aburrido, grosero, simple, primitivo, algo muy común en muchas fiestas populares que debe ser respetado aunque sea incomprendido y criticable.
Lo que es absolutamente aberrante es que ¡140,000 kilos de tomates! sean machacados, pisoteados y arrojados por la alcantarilla, es algo inadmisible en un mundo que sufre de hambre. La alegre festividad de La Tomatina aparece en la prensa y noticiarios junto a noticias que nos hablan de muerte por desnutrición en muchas sociedades, las fotografías alegres de australianos, británicos o españoles, muertos de risa cubiertos totalmente de tomata machacado, junto a las de niños de Somalia, Chad, Mali……., esqueléticos, con la mirada perdida, muertos-vivos, por no tener nada que llevarse a la boca, pone en evidencia que vivimos en un mundo degradado.
Esto, junto con los agricultores tirando miles de toneladas de sus sanas y aprovechables frutas por falta de cotización sin que ninguna institución, gobierno o, ONG hagan nada para impedirlo, me revuelve las tripas. La única manera de contener la nausea es pensar que hay algo en todo esto que se me escapa y que no comprendo.