Artículo escrito por José Ángel San Martín
La primera víctima del éxito creativo es siempre la verdad. Y la verdad es que la expresión “miedo escénico” es obra de Jorge Valdano, a quien se le viene tomando prestada sin permiso desde que la enunció en 1986 en un artículo para la “Revista de Occidente”. Se refiere a la impresión que causa en un jugador un estadio lleno como el Bernabéu del Real Madrid.
Valdano fue un gran jugador de fútbol y es un grandísimo escritor. El sustantivo miedo y el adjetivo escénico están casados para siempre por este brillante párroco de la sintaxis de nombre Jorge Alberto, quien le pidió permiso al maestro García Márquez para hacer famosa la expresión. Miedo escénico nació en el teclado de Gabo y creció sin mesura en el de Valdano. Colombia y Argentina siempre enseñándonos el castellano de Cervantes.
Y viene esto a cuento del miedo escénico que le produce a la inmensa mayoría de los cántabros (y del resto de este país de naciones) hablar en público. Todo se perdona en la niñez y adolescencia excepto salir a la pizarra. Hace unos cuantos años que las pizarras casi no se usan, pero el pánico a transitar del pupitre a la tarima permanece intacto.
Fíjense en todos aquellos que hablan durante horas en público sabiendo que no tienen nada que decir. Pónganse frente al espejo (no importa si cóncavo o convexo), ensayen con texto o sin él, y échense después a la calle dispuestos a persuadir. La receta contra la enfermedad crónica del miedo escénico consiste en hablarse a sí mismos frente al espejo cada cuatro horas. Lo prescribe el doctor sentido común.
Valdano tiene 58 años y dirigió su último partido como entrenador de fútbol, al mando del Valencia, en El Sardinero un día perfectamente olvidable de 1997. No ha vuelto jamás a entrenar: ¿le vencería el miedo escénico de los Campos de Sport?…