Un artículo escrito por José Ángel San Martín
La primera víctima mortal de los conflictos es siempre la verdad. Vivimos una apasionante crónica al minuto de la evolución de la enfermera enferma más popular del país, Teresa Romero. Desconocemos casi todo lo fundamental y conocemos casi todo lo accesorio de esta madrileña de 44 años. Sabemos de memoria que su perro, ya sacrificado, se llamaba “Excalibur”. Sabemos que Teresa ya era víctima del virus del Ébola cuando se examinó el 27 de septiembre para lograr una plaza de auxiliar de enfermería. Sabemos que se fue a depilar con fiebre…
…Pero no sabemos cómo se contagió mientras atendía voluntariamente al segundo misionero español muerto: Manuel García Viejo. Ni sabemos si ese virus entró en su cuerpo mientras salía del organismo del primero, cadáver en cuya cercanía permaneció 50 minutos. La verdad es tan difunta como “Excalibur”. Pero para contarnos la versión oficial del caso Teresa Romero se ha puesto al frente del Gabinete de Crisis a la vicepresidenta para todo. Soraya Sáenz de Santamaría comunica mucho mejor que la ministra de Sanidad, Ana Mato, y organiza que da gusto. Antes de crear una versión oficial de lo que está pasando hay que creer en ella. Creer para crear y viceversa. Y pensar que el consumo morboso de la información de este primer ébola de Europa no conoce límite.
Mientras tanto, el marido de la enferma se estira en pijama delante de cientos de fotógrafos, el sanitario al que le quedaba corto el traje protector habla sonriente por el móvil una planta más abajo, la médica de Alcorcón le imita en la inferior…Una suerte de Gran Hermano tras la persiana en el Hospital Carlos III.
Y la opinión pública, casi nunca coincidente con la opinión publicada, olvida que la hermana Paciencia (imposible otro nombre) puede salvar la vida de Teresa con su sangre vencedora del ébola. Paciencia Melgar no quiso ser traída a España en aquella especie de viaje sideral televisado con el primer misionero muerto. Ella hace honor a su nombre y ha venido a España para ayudar. Cuánta paciencia la de Paciencia.