Columna escrita por Miguel del Río
Es fácil destacar grandísimas cualidades de Cantabria, especialmente cuando se vive en un territorio tan bello en el que tienes de todo: playa, montaña y valles idílicos de los que han brotado unos pueblos con excelente calidad de vida. Luego está la economía y el futuro de nuestros jóvenes, que ya es otro cantar. Aunque si tuviera que destacar todo un fenómeno social, sin parangón en esta región un tanto abúlica para sus cosas, pongo como ejemplo de ejemplos a la pedazo de afición que tiene el Racing.
Acostumbrados como estamos a enumerar primero lo de fuera en detrimento de lo propio, los seguidores del primer club de fútbol de Cantabria ocupan un puesto muy alto dentro de los socios de los muchos equipos que hay a lo largo y a lo ancho de España. Viajas a otras ciudades y te lo reconocen, al tiempo que preguntan y se preocupan porque el Racing siga adelante en su regreso a la división que merece. En los altibajos es cuando se aprecia de verdad esos miles de incondicionales con los que, pase lo que pase, se puede contar. En cada partido disputado se ve y se oye a esta pedazo de afición. Cuando se gana y se va bien en la clasificación, es normal que impere la alegría. Pero cuando los resultados no son los esperados, satisface encontrarse de nuevo con los gritos de aliento, y se aplauda noblemente a entrenador y jugadores, que durante esta temporada han puesto todo de su parte para jugar bien y ascender. La olla de buena presión que viene siendo los Campos de Sport de El Sardinero, nada tiene que envidiar a los nombres que más resuenan dentro del fútbol nacional y me atrevo a decir que internacional. Sencillamente, ¡da gusto! Por eso a la hora de apoyar y ayudar al Racing en lo que necesite no deberían surgir dudas y debates estériles como los que se dan en ocasiones. Porque este gran club y su afición son de lo mejor que tenemos en Cantabria.