Al tiempo se demuestra lo poco o nada que supone para este ejército de cochinos poner en riesgo a los trabajadores de la limpieza, que tienen que recoger esas mascarillas desechadas de mala manera. Nos quejamos por todo, olvidando casi siempre que el ejemplo empieza en uno mismo. La flojita comunicación oficial a la hora de contar las verdades del coronavirus ha llevado a esta nueva etapa, en la que muchos se comportan como si lo ocurrido hubiera sido una mala gripe. Hace unos días, abandoné un local de ocio, porque no daba crédito al comportamiento general de no cumplir una sola de las recomendaciones que nos dan sobre la distancia social, ante todo, y el uso de la mascarilla cuando la situación lo requiere. Con el verano ya encima vamos a ir a peor, y luego culparemos a las autoridades político-sanitarias, cuando los que pasamos de todo somos nosotros. Las mascarillas tiradas forman parte de este mal comportamiento que tenemos ante las indicaciones que hay que seguir. Hemos aplaudido mucho a médicos y enfermeras, pero no nos da para pensar que estamos poniendo en riesgo nuevamente a la poca sanidad que queda en pie. Actuar con responsabilidad es otro de los valores que se han caído del tablero de cómo hay que hacer realmente las cosas. ¡Triste mundo este de ahora!
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