Hoy, como digo, le he leído en ‘Al Boss, a ustedes, a mi chica, a mi Princesa Jersey Girl. A mi madre’. Un titular largo para cualquier artículo o reportaje, me habrían advertido los profesores que tuve cuando comencé a ejercer el periodismo allá por los 80 (y acá, en los riñones, llevo unas cuantas granizadas). Tan cierta (la advertencia) como necesario (el titular). Lean en El Faro y comprenderán. También se menciona en ese texto a Marsellus Wallace (Pulp Fiction), y su mítica frase en la cinta de Tarantino, cuando declaró estar “a mil jodidas millas de estar bien”.
Y sí: pese a alegrarnos por las cosas nimias de la vida: una canción del jefazo (no les cuento un disco), una tortilla de patatas con la cáscara de los huevos manchada, la sonrisa de una madre tras la verja, al otro lado de la mascarilla; el maullido de un gato, el raspón del chupete de un infante… Pese a todo, manda el ‘hijoputismo’ en las alturas. Tipejos y tipejas de una estofa subterránea tirando de las patas del mal común como si se tratara de una araña. Trileros que venden llaveros. Por eso, cuando leo al corazón, lloro en una arteria y maldigo desde la otra.
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