Estos adivinos de pacotilla hablan sobre todo del paro, de la pérdida millonaria de puestos de trabajo que se va a producir, una vez terminen las ayudas oficiales a empresas y plantillas. Más nos valdría, entre todos, arrimar el hombro para que algo así no llegue a pasar. El Covid ha traído mucho más que la enfermedad pandémica. Ha establecido una división en la sociedad española, porque mientras unos van por el lado de la esperanza y la recuperación, otros parecen instalados en el pensamiento de mejor cuanto peor estemos.
Tarde o temprano, el coronavirus será el pasado. No extrañe escucharlo tan claro, porque la vida es lo que tiene, que es así. Cuestión diferente es la exclusión social que provoque en millones de personas en todo el mundo, por padecer directamente la pobreza y la falta de recursos de primera necesidad. De ninguna manera se puede renunciar a ofrecer un futuro a los que vienen detrás. Dentro de esta crisis sanitaria, muchos no hacen otra cosa que hablar mal de la actitud de los jóvenes. No nos paramos en que la educación, el sistema educativo actual, es tan deficiente, ni tampoco en que hay que asumir un discurso general de propiciar oportunidades a la juventud. España tiene que cambiar en muchas cuestiones, y estas dos que cito resultan esenciales a medio plazo. El coronavirus está mostrando toda su crudeza y en muchos aspectos además. Puede que no cambiemos personalmente en nada, porque no nos da la gana. Pero todo lo relacionado con la educación y construcción de una sociedad preparada, luchadora, comprometida y solidaria, empezando por mirar a nuestros jóvenes, siempre será el talón de aquiles que arrastraremos.