Diríase que es la pandemia la que ha tropezado dos veces con el presidente. Y no al revés. Sánchez está persuadido de que en esta España ni gobierna él ni fluye la cogobernanza con las autonomías. Sino que aquí gobierna con mano de hierro el virus, cuyo portavoz insuperable es el no doctor Fernando Simón.
Tanto está cambiando este país de Sánchez gobernado por un microscópico virus que el Boletín Oficial del Estado ya es más leído que el Marca. Y se presta más atención a la letra pequeña del Boletín de Cantabria (BOC) que a las letras de letrina del citado Bunbury. Quién no cambia es Revilluca, confinado por confiado. Al este por Urkullu y al oeste por Barbón.
Siempre nos quedará el sur, carretera de Burgos, para no perder el norte de nuestra paciencia. Dado que Urkullu, Barbón y Mañueco manejan el mismo lenguaje del miedo, el presidente cántabro puede copiar a Casariego (Bunbury ya lo hizo antes) y gritar “lucharé contra todos los que digan lo mismo que yo”.
España pinta sus muros color gris pandemia. Llora por anticipado sus próximos miles de muertos. Y reza para que las homilías del hombre delgado no acaben flaqueándonos el ánimo a todos. La opinión pública coincide por primera vez con la opinión publicada: se avecina el caos.
@JAngelSanMartin
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