Algo que también genera tanta presentación repentina de vacunas contra el Covid-19, es que en vez de creerse de inicio que ¡por fin, ya está!, lo primero que te plantean los más interesados en el tema es si optarán por vacunarse o no. Personalmente, quiero creer en estos descubrimientos logrados por algunas de las más importantes farmaceúticas, pero también me muestro cauto, como cuando firmas un crédito bancario, pero antes quieres conocer toda la letra pequeña del compromiso que estás a punto de contraer.
Y es que la comunicación de la pandemia ha sido cosa de Gobiernos en gestión directa con las farmaceúticas, y con ellas han comprometido millonarias compras de dosis. En cambio, la ausencia casi generalizada de comités científicos, es decir, de la experta opinión de los especialistas que más saben de estas cosas, aún no está ni se la espera. Sería preciso que mostraran su impresión, para saber a qué atenerse, y tener meridianamente claro los plazos de suministro a los ciudadanos de estas vacunas. Dependiendo del país, se habla de que estarán a final de año (pero ya lo estamos), o bien a mediados de 2021, aunque también se apunta al final del nuevo año. Ósea, que no abandonamos la misma confusión de noticias, unas verdad y otras mentira, que ha sido la tónica imperante durante toda la propagación de la enfermedad. Creo que algo de tanta trascendencia mundial, como contar con una vacuna que frene el coronavirus, hubiera necesitado de una presentación por parte de alguno de estos organismos que representan a todos los países, como la ONU o la OMS. Se busca, se anhela, creer, pero no encuentras muchos candidatos que pongan la mano en el fugo por nada ni por nadie.