Aunque los ministerios no se dan por enterados, en la calle es ya risotada habitual que, cuando algo no va bien, alguien se apresure a exclamar: “La culpa la tiene la Guerra de Ucrania”. Es seguro que, de la escasez y precio de las energías, pues vamos a poner una X en la casilla del sí, que es repercusión directa de la invasión de Rusia de otro territorio soberano. Lo mismo se puede señalar de los cereales y el trastorno tan tremendo que causa en los bolsillos de los ganaderos, precios de materias primas, y la cadena alimenticia. Habrá más cuestiones, no lo pongo en duda. Pero en España, como respuesta preferida de los gobiernos y administraciones, se tira en exceso de la muletilla ucraniana, cuando en realidad la culpa está en la inoperancia de dar soluciones a los muchos problemas que nos invaden en la actualidad. Pondré ejemplos.
Uno está en la forma de trabajar. De repente, nos ha dado por la lentitud y entregarlo todo tarde. Quiero decir que vas a comprar algo, no lo hay en ese momento, y te dicen que lo esperan para dentro de 15 o 20 días. No creo yo que todo venga de Rusia, Ucrania o China (lo peor que hemos hecho en Europa, fabricarlo todo allí). Otro ejemplo nacional lo tenemos en los precios al alza, en todo. No hay derecho, evidentemente. Los sueldos no se mueven, y no creo exagerar si les digo que, ahora mismo, una familia, destina casi el 70 por ciento de su capacidad financiera a la energía, el gas, la gasolina y todo lo relacionado con los alimentos. La cosa no da para más.
Ucrania es un despropósito del mezquino de Vladimir Putin, pero da la sensación de que muchos han aprovechado la circunstancia para hacer el agosto con lo suyo. Y el Gobierno, o consiente o se ha quedado paralizado ante la inflación. En esto se suman también las hipotecas y demás créditos, todos más caros. Por eso si cada vez que pesamos unos tomates o compramos el pollo, nos vamos a acordar de Ucrania, pues a eso hay que llamarlo como es debido: cinismo.