No lo pongamos fácil para que algún iluminado salga excusando que el problema de los okupas está también motivado por la Guerra de Ucrania. Nunca antes, España había estado tan desnortada, y el retroceso en determinados derechos constitucionales se aprecia especialmente en asuntos como el de la ocupación ilegal de casas, edificios o terrenos, con la permisividad oficial, todo hay que decirlo, que mira para otro lado, dejando solos a los ciudadanos afectados por los okupas.
Hasta principios del verano, había ya acumuladas unas 9.000 denuncias en toda España. Como ocurre con cualquier medida a llevar a cabo, que es diferente en un lugar u otro del territorio nacional, la tendencia okupa se da más en comunidades autónomas gobernadas por tendencias políticas muy concretas. El Ministerio del Interior dice tener un protocolo de actuación, de cara a que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado actúen. Pero como si nada. Se sabe ahora que el Gobierno echa la culpa de las ocupaciones ilegales a la crisis económica, la pérdida de trabajo, el precio de las energías y también de los alimentos. Han vuelto a descubrir América, con semejantes valoraciones que, por otra parte, no son del todo creíbles. El problema de los okupas se viene arrastrando desde hace años, va a más, y la sensación que tienen muchos ciudadanos es que están más amparados los que se meten en casa ajena, que los mismísimos propietarios. Se denuncian los hechos, y el calvario, por capítulos, que emprenden los dueños de las propiedades ocupadas tiene tintes surrealistas.
Si de verdad se quisiera arreglar el problema, nada mejor que regularizarlo y que la ley sea clara, para que la Policía pueda actuar como es debido. Hoy tienen las manos atadas y, por si fuera poco, los propios partidos políticos, al hablar de okupas, mantienen posturas muy diferentes. En medio, ofreciendo sensación de impotencia y abandono, están los legítimos propietarios de casas, que han pagado religiosamente, sin que nadie les regalara nada. Si el Gobierno no puede entender este mínimo detalle, es que realmente no existe interés en poner orden en un asunto tan obvio. De ahí que pueda apreciarse permisividad oficial, o eso parece.