Me choca sobremanera en esta era postcovid algo que presencio a diario en mis movimientos por la ciudad: la falta de educación. Quiero buscar causas a este mal comportamiento, y me encuentro con algo que escribió Miguel Diaz-Pache, Ex Jefe de Protocolo del Estado y Cónsul General de España en Miami, al prologar mi primer libro, allá por 1998. Decía: “Si a protocolo y organización le añadimos el ingrediente de educación -cada vez más escaso en el mercado de la ineducación y feísmo en el que vivimos- podemos tener los elementos básicos que nos permitirán llegar a resultados buenos”. Es decir, que hace 25 años, y en España, ya estábamos inmersos en la lucha por rescatar los buenos modales. Hoy me fijo mucho cuando una persona da las gracias, por lo que sea. Si encima es joven, aumenta mi observancia. Lo que no se aprende en casa, difícilmente te lo aporta el pésimo sistema educativo actual, ni mucho menos el mal ejemplo que da el Gobierno, cada vez que toma una nueva medida relacionada con la juventud (lograr todo sin esfuerzo alguno).
Viene a cuento esta larga parrafada, porque quiero dar las gracias por lo feliz que me ha hecho todo el equipo de Nuestro Cantábrico, eldiariocantabria.es, eldiarioTorrelavega.es, Revista Peloteros, Cantabria en Sintonía o La Cancha en esRadio, al concederme un premio a mi trayectoria profesional y docente. La entrega tuvo lugar, de manera inesperada para mí, en el precioso acto que resultó la entrega de la primera edición de los Premios Lo + Cantabria, que presentó Coral González Peredo, una de las jóvenes periodistas del grupo de comunicación que siguen los pasos del periodismo como servicio público a la comunidad. Buena idea crear estos galardones dentro de una sociedad cada vez más cerrada, menos agradecida, poco solidaria y muy egoísta. Ningún país debe dejar de lado los valores que realmente le fortalecen. El trabajo, la superación, la cultura, la educación, la libertad de expresión, la justicia, la igualdad o la tolerancia. Mucho de esto está dañado, y no solo en España. Sin que para nada suponga escribir de uno mismo, en esta columna he querido repetir lo mismo que dije al recoger el inesperado premio: Gracias, de todo corazón (incluyo las numerosas felicitaciones a través de las redes).