Doy por sentado que poquita gente es conocedora del número de muertes que se produjeron el pasado año debido al calor. Y con respecto a España sucede lo mismo. Pues bien, en el caso de la UE fueron 61.672, y de esta cifra le corresponde a nuestro país el montante de 11.324 casos. En realidad, hasta llegar a estos datos, nunca antes dentro de Europa nos habíamos parado a computar este hecho. La investigación tiene su trasfondo en el cambio climático y dentro del mismo el calentamiento global. Real, lo que se dice real, nadie muestra un interés por este problemón, que amenaza con engullir al planeta con nosotros dentro.
De las muchas muertes por el sofocante calor, los impulsores de este estudio sacan la constatación de “falta de eficacia” de los organismos internacionales a la hora de controlar de mejor forma el alto incremento de fallecimientos debidos a las olas de calor. No me vean desagradecido, pero se han quedado calvos de tanto pensar en los porqués. El mundo y los países que mandan (Estados Unidos, Rusia, China) están más a jorobar que a salvar nada. El momento actual es de guerra, de OTAN, de rearmarse cada país hasta los dientes. El calor, como la crisis económica, no preocupa en la calle. En tal caso para disfrutarlo en unas vacaciones que muchos no se pueden pagar, pero las llevarán a cabo. Ya está para eso la visa y aplazar los pagos de lo que cuesta trasladarse a las maravillosas playas que tiene España.
Pero este es también otro de los problemas principales, que la naturaleza y determinados entornos idílicos, no sabemos durante cuánto tiempo más vamos a disfrutarlos. Las temperaturas extremas hacen peligrar la salud personal, generan sequía, escasez preocupante de agua y muchos fuegos, unos porque se producen directamente y, otros, provocados. Mientras sigamos disfrutando y jorobando el ecosistema sin control y prohibiciones férreas, no hay nada que hacer para salvaguardar el planeta de su mayor enemigo: nosotros. Ser tan claro no quita recomendar en estos días la crema solar, sombrilla, gorra o sombrero, y beber mucha agua, además de refrescarse todo lo posible. ¡Ojito!, pues.