En cualquier época y lugar, lo más que se puede decir de alguien es que es un gran timonel de lo que tiene entre manos, sobre todo cuando resulta un servicio a su país, su tierra y el tejido empresarial y social de esta. Así percibo yo a Modesto Piñeiro, presidente de Cámara Cantabria durante los últimos 25 años. Hablar de cambio, de renovación, es una somera necedad, cuando uno es buen gestor, demostrado sobre todo en los malos momentos de las crisis económicas. De manera permanente, en España perdemos talento, por arriba con la sabia edad, y por abajo, jóvenes promesas. Es cuando entonces entran en escena los mayores males de esta sociedad, entre europea y latina, donde las envidias e intrigas forman desgraciadamente parte del quehacer político y también económico.
En este 2023 que será recordado por los fondos europeos, Modesto ha dejado de ser presidente de una Cámara que cada vez que cumpla una efeméride tendrá que invocar su figura, por un buen hacer, además de impulsar un concepteo de región, Cantabria, abierta de par en par al exterior y al futuro. No todos lo entienden así, lo que facilita una mala fama de pueblo un tanto cerrado. A fin de cuentas, en esto consiste el trabajo interno de una cámara de comercio: que en los rincones más dispares del mundo suene su nombre y empresas asociadas, porque aquí se trabaja y produce bien, y prueba de ello han de ser ventas y exportaciones que nos sitúen en el referente de la seriedad y confianza empresarial. Es verdad que Modesto Piñeiro lo mamó familiarmente. Prueba de ello son aquellos emprendedores que, como su padre, impulsaron en el siglo XX la autonomía de Cantabria y su situación privilegiada dentro de España. Si hoy podemos manifestar con orgullo que estamos en el mapa, en especial empresas y empresarios, es gracias a figuras como la de Modesto, que se han entregado en cuerpo y alma a esta finalidad. De igual manera lo reconocen los profesionales que integran Cámara Cantabria, atribuyendo al mejor presidente de su historia un talante, un dar para recibir, que solo hacen posible los grandes. Al fin y al cabo, la sencillez también se desdobla en características como facilidad, llaneza, naturalidad o franqueza. Así se escriben 25 años de este gran timonel, empeñado en aprovechar siempre los vientos impulsores de la prosperidad de Cantabria.