Los móviles nos han proporcionado mucha comodidad, pero también hecho rehenes de situaciones desagradables, todas ellas provenientes de recibir llamadas ilegales para venderte lo que sea. Impera ofrecerte mejoras en el recibo de la luz y el gas o que elijas otra operadora telefónica, que te da mejor precio y un Internet más rápido. Con el tiempo te das cuenta que solo te han captado, porque de lo prometido, quedas como estabas anteriormente al nuevo contrato. Semejante acoso, porque no se le pude llamar de otra manera, ha desembocado en que suena el móvil, no identificas al llamante, y no lo atiendes. Pero, claro, te queda la duda de si te han llamado de una Administración, de la consulta del médico, para darte una cita que has solicitado, o para trasladarte un mensaje o recado urgente. De aquí resulta que el móvil no es tan útil como pudiera parecer, ya que su uso crea desconfianza, porque los organismos competentes no persiguen como es debido el cumplimiento de las leyes que prohíben las llamadas no autorizadas.
Vas en el autobús o por la calle, y lo fácil es visualizar cómo llaman a la persona que tienes al lado y da una mala contestación que seguramente no hubiera deseado. “¿Quién le ha dado a usted mi teléfono?”, “dejen de llamarme ya”, y cuelgas cabreado por verte asaltado así. Este mismo año ha entrado en vigor la nueva Ley de Telecomunicaciones, de la que se puede ya asegurar que adolece de flojera en cuanto a perseguir a tanto acosador telefónico. Que no puedas coger una llamada por tanta desconfianza, no habla nada bien de que en España se tutele suficientemente al consumidor. Además, todos estos que te llaman lo pueden hacer, porque si eres tú el que se pone en contacto con ellos, entonces la contestación te la da una voz grabada, que te pide que marques el 1 si quieres tratar de un asunto determinado o el 2 para hablar con una operadora. ¡Qué mala atención al público! A esto no se le pude llamar evolución tecnológica, porque es perdida de humanidad, de trato directo, de hablar entre personas y dar con voz propia soluciones. ¿Y saben lo peor? Que no tiene solución, porque los poderes están más de parte de máquinas y robots que de los seres humanos.