Los politólogos siempre han defendido que el poder tiene diversos escalafones, según la importancia del cargo desempeñado. Tal afirmación está hoy muy cuestionada por la escasa capacidad de muchos representantes que ocupan gran diversidad de cargos dentro de un Gobierno o Administración concreta. Para la mayor y mejor eficacia del líder, hay todo un equipo de profesionales a su alrededor que deben aportar eficacia, constancia, discreción, don de gentes, todo ello para ganarse un respeto que vaya acrecentándose con los años. Trasplanto estas virtudes a la figura de Emilio Royano, un profesional al volante de un coche, con el que pasas tantas horas de trabajo que termina por ser tu amigo y también, en ocasiones, pañuelo de lágrimas.
Cuando hace unos días fallecía, avisé a los jefes de prensa del Gobierno de Cantabria, el Parlamento, o diversos ayuntamientos en los que Royano y su equipo de magníficos conductores prestaron servicios continuados. La gestión política bien poco es sino se muestra a los periodistas el fruto de las promesas comprometidas hacia una nueva carretera, puente, pabellón deportivo o centro de salud en un pueblo que lo demandaba desde que los niños nacían, y ya en su ancianidad, veían finalmente el acto protocolario de corte de cinta, para poder entrar a continuación a supervisar las nuevas instalaciones en las que le podrían tratar mejor los achaques.
Pocos como Emilio, conduciendo su coche por todos los rincones de Cantabria, ha visto su desarrollo y modernidad. Pero también obras paradas y demandadas desde siempre, como mejores trenes. Por eso participó en tantos viajes a Madrid, con equipos de políticos de uno y otro signo (se granjeó el respeto de todos), en busca de la necesaria inversión económica para hacer más por esta región que tanto amó. Español y cántabro hasta el tuétano. Se codeó con reyes, príncipes, presidentes del Gobierno, del Congreso de los Diputados o del Senado. Verdaderamente, se hacía querer. Y se lo ganó con su buen hacer. Ya retirado, le seguí viendo. Era una enciclopedia con piernas de grandes personajes a los que conoció, siempre en primera línea. Lo mismo siento hacia él: haber trabajado junto a un grande, que deja legado tan honroso a su familia.