Hay algo en lo que coincidimos los opinadores, y es que no poder hablar de política en familia en Cataluña se ha trasladado al resto de España. Al último que se lo he escuchado decir es al periodista Josep Pedrerol en El Hormiguero de tanta audiencia, presentado por Pablo Motos. Yo lo acabo de notar en mi Facebook. Hago un comentario sobre la amnistía, que rechazo, pero los habituales gustosos de interactuar conmigo no aparecen y la frase pasa desapercibida. ¿Cansancio?, ¿mosqueo?, ¿rabia?, ¿evitar hablar de ello en voz alta?, ¿igualmente, huir de discutir con alguien, conocido o no, sobre el tema? Pues les digo que hay de todo. La amnistía para los independentistas encausados por declarar la república en Cataluña durante segundos ha dado un hachazo mortal a la sociedad y a la convivencia en España.
Al cabo del día seguimos con el trabajo, los estudios, disfrutar de la jubilación, el ocio y relacionarnos con los demás, a lo que ahora añadimos los recelos. No le arriendo ganancias al nuevo Gobierno, del trabajo que tienen por delante para reconciliar de nuevo a los españoles. No hubiera hecho falta tanto castigo a la mente de cada ciudadano, para llegar a gobernarnos. A partir de ya, el legado de la amnistía está completamente envenenado. No sé ni lo que pensar cuando oigo que ahora entramos en la fase pedagógica en la que los ministros tendrán que explicar la amnistía en cada uno de sus comparecencias y actos sociales. En un reciente artículo que títulé “Como asimilar que dirigir España requiera herirla gravemente”, hay comentarios de lectores para todos los gustos. En lo que no estoy de acuerdo es que esta medida no afecte a los trabajadores. Sí, hombre, claro que afectará. Junto a la amnistía, en paralelo, va pactado el dinero que se va a perdonar y al tiempo abonar más a Cataluña. ¿Esto no va a afectar al estado de bienestar? ¿Y a la sanidad o los colegios públicos? De ahí la palabra legado y junto a ella el término envenenado. Porque va a tener consecuencias durísimas para el conjunto del país y de los españoles. ¿Qué muchos no lo creen? ¡Ojalá que acierten ellos y me equivoque yo! Pedrerol, quedas también convocado.