En un artículo reciente, en el que abordaba el derecho a alimentarse dignamente, me dio por escribir esto: “Poco a poco, nos van apeando de lo básico. Del acceso a la comida, de cuidarla y no desperdiciarla para que llegue a todas partes”. Sigo opinando lo mismo, con la novedad de que en España se estrenan las tarjetas monedero. El Gobierno las implanta para que familias vulnerables, con hijos, puedan adquirir alimentos básicos y productos de higiene, pero solo a través de determinados supermercados (un gran inconveniente y problema, según donde se viva). Desde las entidades y organizaciones de voluntariado y solidaridad, tal es el caso de bancos de alimentos o Cáritas, ya se ha dado la voz de alarma: “Con este nuevo sistema no va a llegar para todos”. No tiene ningún sentido la incongruencia política de cambiar todo lo anteriormente hecho por otros, aunque funcionase bien. En este caso concreto, si lo que necesitaban las instancias de ayuda inmediata es más inversión social por parte de los Gobiernos, en especial del Central, porqué se cambia el guión, sin contar ni escuchar a las partes, especialmente a los necesitados de alimentos.
Los ciudadanos demandantes de apoyo urgente, cada vez más, desde luego lo que no necesitan es más burocracia que añadir a su mala situación. Deben acudir primeramente a los servicios sociales de su comunidad, conseguir aprobación de esa tarjeta monedero, y visitar posteriormente algún centro de Cruz Roja, donde se la entregan. La cuantía de las tarjetas se adapta al número de componentes de la familia. 130 euros mensuales para un adulto y un menor, 160 para adulto y dos menores, 190 para cuatro miembros en la familia, y 220 para cinco o más. Desde muchos Gobiernos autonómicos se da por hecho que tendrán que aportar fondos extraordinarios, porque estas cantidades no están en línea con el precio en alza (constante) de todo, y el drama crecerá ya que muchas personas se van a ver apeadas de lo que venían recibiendo, sin necesidad de hacerles tantas preguntas ni de rellenar más impresos oficiales. Los hechos son los que son, sin inventos: solo en 2023, el Banco de Alimentos de Cantabria distribuyó 1.250 toneladas de productos, por un importe de 2,5 millones. Ante esto, no hay tarjetitas que valgan.